ECLIPSE AMADA LIBERTAD
“15
Julio 1991.
Argelia:
Un
gran beso y todo mi amor, espero esté bien
de
Salud. La extraño y espero verla pronto.
Yo
la estoy esperando pues estoy preocupada
porque
sólo 1 carta he recibido de usted
la
primerita que me mandó y he estado soñando
con
usted pero la veo enferma…
y
también soñé con Elena pero con ella soñé
bonito.
Este día pedí que me hablaran donde
ella
está y me averigüen como está.”
Maya1
Foto propiedad de Silvia
Orellana.
Amada Libertad en el Volcán de San
Salvador,
marzo de 1991.
Recordé que ya la había
visto antes, con el pelo suelto y largo. La veía cerca de Periodismo en la
Universidad de El Salvador donde nosotros teníamos un local llamado la PEP
(Proyección de Estudiantes de Periodismo, si no mal recuerdo) a la entrada de
ese edificio. Claro, entonces no era bueno hablarse mucho si no se sabía en qué
andaba el otro. Volví a verla en los
años 90 y allí sí pudimos hablar un poco más y conocernos también.
Elena tenía
esa risa y sonrisa tan contagiantes que te sacaba hasta las lágrimas de tanto reír. A
veces, la recuerdo con ese cabello larguísimo, suelto al viento, a la brisa del
Volcán de San Salvador caminando entre nosotros y diciendo un chistecito.
Cuando el chiste no era muy bueno sonreía sacando la lengua por un lado de su
boca al estilo de Candy, esa famosa caricatura que tanto dio de hablar en
nuestra época. Me gustaba verle ese gesto y me preguntaba cómo podía mantener
esa ternura en medio de tanta muerte, en medio de tanto dolor, sufrimiento,
aislamiento, melancolía y pasos duros; pero luego la respuesta venía
rápidamente: la convicción de que ella y nosotros luchábamos no por nosotros
mismos, sino por esa AMADA LIBERTAD para las futuras generaciones y así dar un
“regalo para un niño” poema y canción favorita de Noel Hernández, a pesar de
que los dioses nos llamen a su encuentro, como decía Jaime Núñez.
Yo seguí
bajando y subiendo del Volcán de San Salvador y siempre coincidíamos; nunca
coincidimos en Guazapa porque ella fue más del Volcán que de Guazapa y yo sólo
subí dos o tres veces a Guazapa. Recuerdo, y con todo respeto lo digo, las
tardes esas en la Finca San Chico cuando no había tropa cerca y nos tocaba el
baño de la semana, de la quincena o del mes, según los operativos que nos
enviaban, cuando por coincidencia, o no, la veíamos tomar el baño junto con
todos y nos deslumbraba su figura, que a pesar de tanta hambre, se mantenía
excelsa, pero sobretodo su pelo que abrigaba al volcán entero con su manto. Uno
se preguntaba cómo, en tan duras circunstancias, su pelo nunca dejó de brillar,
nunca dejó de ser alivio al lagrimeo histórico de la esperanza.
Allá por
los finales de marzo del 1991, estábamos en un campamento llamado El Buey y
hubo una deserción, al parecer el desertor era miembro de la Policía de
Hacienda, por lo que nos tuvimos que mover hacia otro campamento llamado Las
Margaritas. Al llegar allí, a Ricardo Núñez y a mí nos dijeron que porque no
conocíamos la zona, era la primera vez que nosotros dos estábamos en ese
campamento, haríamos la posta (guardia) juntos para que no nos perdiéramos.
Todo pasó normal hasta que a eso de las 2 a.m. le tocaba la posta a nuestro
hermano y amigo Daniel, más conocido como J. B. Ricardo me pidió que yo lo
fuera a llamar a su turno y que él se quedaría allí en la posición. Luego
cuando yo iba de regreso a la posta a esperar a que Daniel iniciara su turno,
tuve, allí sí, un gran dilema, un problema grande que luego se volvió algo
risible. En medio de la oscuridad me percaté que del camino de donde había
venido tenía una vereda que en cierto punto había una bifurcación. Tuve que
tomar una decisión rápida y quise tomar ubicación según los árboles y caminé
hacia la derecha. Repentinamente, reconocí que estaba frente al árbol donde
hacíamos la posta y quise retroceder, fue en ese justo momento que Ricardo me
gritó la consigna… pero no era la correcta. En esos escasos segundos tomé la
decisión de corregirlo y le grité que era yo y que la consigna no era “suspiro”
sino que “vampiro” y que yo le iba a responder “sapo” y me fui directo a donde
él estaba. En la mañana todos los compas se reían de lo que nos había pasado y
Ricardo me decía que si lo había puesto en una decisión difícil. Debido a eso,
Elena se nos acercó y comenzó a hablar con nosotros. Todo era un chiste ya a
esa altura, pero durante esa noche se nos hizo un temblor de nervios. Desde
entonces no decido nunca seguir a la derecha.
Elena
regresó por la tarde para seguir hablando con nosotros. Habíamos dejado la
plática pendiente, sobretodo lo relacionado a la poesía. Yo no escribía
todavía, pero me encantaba el tema, entonces escuchaba con mucha pasión lo que
ella y Ricardo hablaban. Llegó la noche y se tuvo que ir a su zona. Por la
mañana nos mandaron a llamar a los tres, habíamos cometido una falta menor. No
estuvimos en formación con nuestros pelotones para escuchar la Radio Venceremos
y eso era algo que teníamos que hacer a diario para mantenernos informados, para
mejorar la instrucción política y para levantar
la convicción ideológica. Era de suma importancia mantenerse informado para
saber qué camino llevaba la lucha y cómo estaban nuestros hermanos de los
distintos frentes en el país. Entonces, sólo como una pequeña sanción
ejemplarizante, nos dejaron tareas de logística por uno o dos días, no recuerdo
bien. Elena no sufrió tanto porque, sobretodo, las tareas fueron en la cocina.
¿Cómo
olvidar a la enfermera que junto a Fernando destrozaron la comandancia civil de
Quezaltepeque el 8 de abril de 1991? Sí Elena era la enfermera y todos
queríamos estar enfermos para que nos atendiera, pero cuando nos dijeron a lo
que iba, una operación especial, de infiltración como fuerzas especiales,
entonces dejamos las bromas de lado. Ese día, Elena y todos nosotros
entristecimos mucho. Había caído Adrián, Eduardo Vargas, estudiante de Sociales
en la UES quien era un amigo, hermano como no lo hay. “El guerrero de la
sonrisa” como le llamó Jaime Núñez en un poema. Ella se nos acercó a nosotros a
hablar de él, estábamos tristes de verdad. Además,
el chele Higinio y el Unicornio estaban heridos. El Unicornio de la frente,
allí nacía su apodo-seudónimo porque decíamos que allí había perdido el cuerno.
Con Elena
tuvimos mucho más acercamiento pues tuvimos alguna cercanía familiar, ya que
fue compañera de mi tío Ever, por lo que yo la miraba como tía también. Fui
allí que comencé a traerle los correos a Argelia Quintana con los poemas de
Amada Libertad que posteriormente todos conoceríamos. He visto algunas
fotocopias de esas páginas y he llegado a reconocerlos porque ella me los
mostraba antes de hacerlos del tamaño de un chiclecon cinta scoth para que
nadie más pudiera abrirlos.
El 11 de
julio de 1991, comenzamos una maniobra militar. Atacamos distintos puntos
cercanos a las faldas del Volcán de San Salvador. Comenzamos los ataques
temprano, yo ni siquiera pude ver a Elena un día antes. A eso de las 8:00 a.m.
nos comentaban que el pelotón loco de Matías había tenido dos bajas efectivas y
un herido. Chac, el sietero (artillero de RPG-7) había caído y Elena, la radista, también. Además,
Rafael, hermano de mi gran hermano recién fallecido Oscar fotocopia, había
perdido el brazo izquierdo. Como a las 9
a.m. pude ver a Rafael, sin su brazo y con una convicción tan grande que
parecía no tener nada, como ahora que no tiene nada y dicen que anda por los
contornos del Mercado de Mejicanos mendigando.
A Elena la
volví a ver inmediatamente después del eclipse del que tanto habíamos hablado.
No sé si fue una alucinación, reflejo del dolor por su muerte o si sí ocurrió,
pero la vi con su uniforme negro sonriendo. Cuando le pedí a un compañero que
volviera a ver, se esfumó, no se dejó ver más. Mas cada vez que leo la nota
enviada por Maya, su hermana, a Argelia cuatro días después de su muerte, creo
que ellos de alguna forma se comunican con nosotros. Esa nota demuestra
ternura, amor y una dosis de misterio, pues quien de verdad estaba sufriendo en
esos días era Argelia; aunque no puedo asegurar que Amada Libertad ya estaba en
un lugar mejor, eso es lo que culturalmente se cree. Sus letras, sus poemas, su
sonrisa, su ternura siguen tan presentes para nosotros los que no los olvidamos
nunca, 21 años después del eclipse, 21 después más de sus 21 años de vida, 21
años de seguir luchando por alcanzar esa anhelada AMADA LIBERTAD…
La
paz aún se esconde tras su misérrima máscara,
gotas
de llanto caen sobre nuestro pecho
como
rayos de luna en eclipse de guerra
y
la libertad amada es Amada Libertad.2
seguimos recordándote
dando siempre los mismos pasos, los pasos de los nuestros, nuestros muertos,
tus pasos.
“Mi
tarjeta de presentación es la lucha
mi título: El sacrificio que goteamos en cada canto.”3
mi título: El sacrificio que goteamos en cada canto.”3
San
Salvador, 11 de julio de 2012, 21 años después.
JORGE
HAGUILAR
NOTAS
1.
Maya, seudónimo de la
hermana de Amada Libertad.
2.
Fragmento de un poema
de Jorge Haguilar.
3.
Poema Curriculum Vitae,
de Amada Libertad.
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