Tu cuerpo como la antinomia del lucero
refracta colores vivos, relucientes
como el collar más perfecto de legítimas perlas
y corales marinos.
Tus OJOS negros, brillantes y serenos
como el más hermoso pacún parido por la naturaleza.
más, no puedo endiosarte, ni debo
porque, (perderías todo tu encanto) tu eres
como la porcelana fina y acariciante
crisálida Enfermera, Rimbombante enfermera
y taciturna y etérea.
Vos sois como la quimera, como la hojarasca,
fresca y enervante.
Con vos conocí una dimensión absoluta
y este proemio versificado, no es todavía
mi obra póstuma.
(Esa descansará en la postrimería del Pueblo.)
Y si mi vida se escapara, o me abandonara:
tú... Mi Obra... mi hijo Leonel Eduardo
surgen a mi vida para galopar y prolongarse
en la urgencia y sin reposo...
Y mi cadáver será cercenado por los gusanos
nacidos de mi cuerpo. También así mis libros
o como os llamen, se llenarán de polillas
y serán cercenados. Pero habrán más copias
que polillas. En cambio, Yo insustituible e imprescindible
como la libélula yaceré en mi tumba
fría por fuera, cálida por dentro.
Y mis ojos de venado cósmico
mirándote desde mi oscuridad más profunda
desde ese mundo lejano, donde los colores vibran
en su luz, y son mucho más vivaces
Laura, tal vez pueda inmortalizarte en mis destellos literarios
Serás más grande que la LAURA de Chico Petrarca
--Aquella Laura, casada con Hugo de Sade—
Imposible amor para Petrarca.
Os inmortalizaré y en vuestros hijos,
descansarán el peso de las palabras
Laura y Laura... Laura,
diametralmente distantes... He ahí la diferencia
entre la Laura de Petrarca
con la LAURA de Eduardo...
Ignoro se este POEMA es para ganarte.
Ignoro si lo es... para Perderte.
Eduardo Salvador Cárcamo
1983, Publicado en la revista literaria sabatina La Salamandra de Oro del vesprtino (en ese entonces) Diario El Mundo
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